Sombras de carne y hueso.

Soledad es un estado constante, a pesar de multitudes caminantes alrededor, ultimamente me resulta imposible lograr el reconocimiento, rostros extraños se dirigen hacia mi, la mayoría me ignoran, otros me evitan, hay unos cuantos que pretenden estar interesados por mi bienestar al hacer preguntas sistemáticas de respuestas automáticas. No hay comunicación, no hay diálogo, invisibilidad pública dictada por reglas sociales.

Soy un solitario diurno-temporal, la salida del sol suele limitar mis capacidades sociales y alejar la compañia, soy un zorro citadino, de los que se confunden con perros, de los que husmean en la basura de los demás para así alimentarse, soy un mediocre nomada en constante huída y aun así me llego a refugiar en las paredes que atrevo a llamar casa.

Como animal nocturno, me hago de la compañia usual, disfruto desde la puesta del sol, a tal grado que siento escalofrios en el atardecer, cual condicionamiento elemental, la noche supone un cúmulo de estimulos que el día esconde. El sueño sigue buscando su tiempo en la agenda del animal nocturno con actividades diurnas. La doble vida sería la analogía directa, si es que hubiera otra, en cambio recorro algo más parecido a una media vida, en la que de día la máquina se coloca en automático y prepara la cuenta regresiva hasta que la luz se vuelva artificial.

¿Cómo puedes conocerme, si ante el reflejo del cristal me es imposible reconocrme en ocasiones? ¿Cómo es un ser capaz de vivir en comunión e íntimo acercamiento, cuando en masas se vuelve un robot reducido a repetir elementales sonidos de interacción social? ¿Cómo la realidad puede ser tan distinta al abandonar las cuatro paredes?

Todo parece radicar en la dualidad moral de un soldado nazi, en la justificación del empresario ante la ineficiencia del estado, el violador argumentando que la falda era muy corta; el macho de día y puta de noche, un sin fin de realidades bajo la misma máscara, toda interdependientes, conectadas y multilaterales ¿todas falsas?

saludos.