martes, enero 29, 2013

Poema




Sé cuán delgados son los hilos que me atan a mi felicidad.
Pero de esos delgados hilos me tejí un ropaje resistente
casi como una armadura suave, urdimbre y trama de felicidad
que me ayuda a cubrir mis desnudeces y me protege.
Sin embargo a veces me parece que mi vida no vale
la piel de mi cuerpo que la envuelve y ni siquiera vale
las uñas de mis dedos con las que me agarro de ella.
Soy como un hombre que levanta su muñeca
para ver la hora, aun sin tener puesto el reloj.
Y a veces el gorgoteo de las últimas gotas de agua
que salen de la tina es el canto del ruiseñor en mis oídos. ~

Versión del hebreo de Claudia Kerik
Poema #6 de la serie “En mi vida, en mi vida”,
del libro Abierto, cerrado, abierto (1998).


Yehuda Amijái