jueves, enero 02, 2014

Las ciudades invisibles

LAS CIUDADES Y LA MEMORIA. 2
Al hombre que cabalga largamente por ti
erras selváticas le acomete el deseo
de una ciudad. Finalmente llega a Isadora,
ciudad donde los palacios tienen escaleras
de caracol incrustadas de caracoles marinos,
donde se fabrican según las reglas del
arte catalejos y violines, donde cuando el
forastero está indeciso entre dos mujeres
encuentra siempre una tercera, donde la
s riñas de gallos degeneran en peleas
sangrientas entre los apostadores. Pensaba
en todas estas cosas cuando deseaba una
ciudad. Isadora es, pues, la ciudad de
sus sueños; con una diferencia. La ciudad
soñada lo contenía joven; a Isadora lle
ga a avanzada edad. En la plaza está la
pequeña pared de los viejos que miran pas
ar la juventud; el hombre está sentado en
fila con ellos. Los deseos son ya recuerdos.
 
 
LAS CIUDADES Y EL DESEO. 1
De la ciudad de Dorotea se puede
hablar de dos maneras: decir que cuatro
torres de aluminio se elevan
desde sus murallas flanqueando siete puertas del puente
levadizo de resorte que franquea el foso
cuya agua alimenta cuatro verdes canales
que atraviesan la ciudad y la dividen en nu
eve barrios, cada uno de trescientas casas
y setecientas chimeneas; y teniendo en cu
enta que las muchachas casaderas de cada
barrio se enmaridan con jóvenes de otros b
arrios y sus familias se intercambian las
mercancías de las que cada una tiene
la exclusividad: bergamotas, huevas de
esturión, astrolabios, amatistas, hacer círc
ulos a base de estos datos hasta saber todo
lo que se quiera de la ciudad en el pasado
el presente el futuro;
o bien decir como el
camellero que me condujo allí: “Llegué en
la primera juventud, una mañana, mucha
gente caminaba rápida por las calles hacia
el mercado, las mujeres tenían hermosos
dientes y miraban derecho a los ojos, tres so
ldados sobre una tarima tocaban el clarín,
todo alrededor giraban ruedas y ondulaba
n papeles coloreados. Hasta entonces yo
sólo había conocido el desierto y las
rutas de las caravanas. Aquella mañana en
Dorotea sentí que no había bien que no
pudiera esperar de la
vida. En los años
siguientes mis ojos volvieron a contemplar
las extensiones del desierto y las rutas de
las caravanas, pero ahora sé que este es
solo uno de los tantos caminos que se me
abrían aquella mañana en Dorotea”.
 
Italo Calvino

moving toward the 21st century


it was New Years Eve party at my place
I think.
I was standing holding a drink when
this slender young fellow walked up
he was a bit drunk    he said

"Hank, I met a woman who said
she was married to you for 2
years."

"really?
what was her
name?"

"Lola
Edwards."

"never heard of
her."

"ah, come on, man she
said..."

"dont't know her,
baby..."

in fact I didn't know who
he was...

I drained my drink   walked to the kitchen
poured a refill

I looked around  yes, I was at my place
kitchen.

another
Happy New Year.

Jesus.

I walked out to face the
people.


Charles Bukowski, The last night of the earth poems
1992