domingo, noviembre 05, 2006

Abro los ojos

No tiendo a la depresión, incluso creo recordar la vez que peor me he sentido y fue hace muchos años, Huevo iba a venir a mi casa y se quedaría a dormir, yo había planeado todo para que tuvieramos un día sumamente divertido, los videojuegos que jugaríamos, las peliculas que veriamos y hasta de los temas de los que hablaríamos, luego me llamaría para decirme que no podría venir por que su tía había muerto ese mismo día. Me enojé por que no vendría, luego me entristeció que su tía hubiera muerto, por que la conocía, y creo que el momento cúspide de esa montaña de emociones que empezaba a descubrir fue cuando me di cuenta de que era sumamente egoista haberme enojado más por que el no viniera en un principio y creí que mi condición de amigo estaba en tela de juicio ante tal egoismo. Lo que más recuerdo de ese día (que en principio suponía ser uno de los más divertidos de mi vida) es que después de su llamada me quedé con el teléfono inalámbrico (el primero que habíamos comprado) en la mano, me encerré en mi habitación y teclee los números del teléfono hasta 2,500, lloré un poco, comí algo y me acosté sin poder dormir.

Después de eso no permito mucho que las cosas me afecten tanto, tal vez en algunas relaciones de pareja me he enojado mucho, o me he preocupado, pero no a tal grado de entrar en un estado de depresión, nunca he vuelto a teclear los teléfonos. Pero esto creo que también me impide tener estados de ánimos increiblemente felices, como si bloquear la permeabilidad de mi depresión me provocara bloquear la de mi inmensa felicidad.

A pesar de un estado de animo que oscila entre niveles mediocres de tristeza y felicidad que me permiten tener una vida estable, tengo momentos altos y bajos, que tal vez no se comparan con las vidas dramáticas de la gente en general, hace mucho que no lloro, ni de alegría ni de tristeza. Pero recuerdo momentos altos y bajos en el rango sentimental que me permito, y hoy pasé por uno de esos bajos, lo puedo sentir en mi propio aliento.

Hay días (como hoy) en lo que nada me provoca levantarme, no hay nada por lo que quiera abrir los ojos, no es que este país me decepcione, tenía este tipo de días en Cholula o en el DF, pero siempre había algo o alguien que me hacía despertarme, en Cholula si no era una de las pocas personas que me motivaran, era algo rico de comer y despues ir a comprar peliculas, eso me consolaba en una mañana de bajoneo. En la ciudad lo más usual es que fueran mis padres o uno de los buenos amigos que tengo y que viven cerca de mi casa que al final me provocaban levantarme. Y aquí hay unas cuantas personas que podría contar con una mano pero que podrían ser motivos para levantarme, pero estoy solo, unos viajaron a otras ciudades, otros tienen sus propios planes, y yo estoy aquí, apenas abriendo los ojos cuando mi reloj marca las 3 de la tarde, en un domingo donde nada me motiva, ni los recuerdos ni lo que hay afuera, probablemente regrese a la cama y vea el techo, tal vez despues de un rato algún libro o pelicula me motive y si tengo suerte, tal vez hasta aparezca alguien.

Saludos