En el fondo
me consuela saber que no soy dueño de esta casa,
que por vivirla he pagado un alquiler que no me ofende.
Me gusta no ser yo quien ha escogido
el tapiz de las paredes,
el sucio claroscuro de la estancia,
el falso esplendor de los espejos
que me humillan mañana tras mañana.
Me conformo con fincar
mi reino en lo inmediato,
saberme caracol,
estar de paso.
Que otra sea la dicha del casero:
Si se trata de elegir
prefiero la medida de mis versos:
en ellos mis palabras
se mueven a sus anchas.
Me gusta no ser yo
sino en lo contingente,
y aquí soy mi propia disidencia.
Víctor Cabrera
Revista de la Universidad de México / Anuario de Poesía Mexicana 2007