jueves, octubre 26, 2006

El viento azotador.

Un silencio ataca la calle que se interpone entre mi ventana y la casa de en frente, Gainsborough Road vive una soledad impecable, un frío incontenible que empaña mis ventanas a pesar de que mi cuarto tampoco sea sumamente caluroso, y a peasr de todo sufre de insomnio debido al repentino pasar de autos a inesperadas horas de la noche; pero parece que ahi sigue, intengrandose a un panorama compuesto por ladrillos rojos alrededor aunque con sus peculiaridades que hacen de este paso algo especial.

Creo entender a Gainsborough, no al pintor, sino a la calle que se tiende ante mi esta noche en la que muestro los mismos sintomas que ella. Desahogo mi desvelo en esta computadora, una conversación con Ramon García a través del teconológico mensajero desarrollado por Microsoft, parece que Ramón y yo acompañamos nuestras soledades en plena concienca de nuestra condición foránea en este país e intentamos olvidar que hay un viento azotando las calles de los alrededores con una fuerza imecable y provocando un sonido digno de película de terror.

Media vuelta, mi cama sola y hasta cierto punto fría, destendida y desaliñada, como mi cuarto con falta de decoración en general. Del otro lado una pestañita parpadeando anuncia que Ramón sigue en la conversación, parece que estaremos dispuestos a acompañarnos virtualmente por un buen rato. Mis labores ya terminaron y podría terminar de leer la novela mexicana que traje "Safari accidental" de Juan Villoro, que me prestó el papa de Gabo y que prometo regresarle a mi eventual regreso. Pero no la leo por que ya alcanzo las últimas páginas y terminarla significaría ponerle fin al nexo textual entre mis maletas y mi hogar, el libro se ha vuelto como el postre para las gordas a dieta; así que mejor regreso a la pantalla, la conversación se torna interesante pero misteriosa, como si Ramón me quisiera decir algo pero no lo pudiera decir, me pregunto si yo tengo algo que decirle sin encontrar respuesta.

Ese viento solo devela un misterio entre las calles que me separan de algo más, algo que esta escondido y que el "wuuuuf" del resoplido constante no me deja escuchar. Me gustaria esta conversación no terminara, que mi cama estuviera acompañada o que el viento dejara de solpar para así poder escucharme y saber que es lo que tengo que decir.

Ramón García se desconecta, hago lo mismo y me quedo dando vueltas en mi cama con un insomnio que me seguirá atacando hasta que encuentre las respuestas a preguntas que no han sido formuladas.

Saludos