lunes, marzo 25, 2013

Together




SUBMISSION:
Together, 2012
Ink, tape on paper
9” x 12”
© Nikita Gale

Tezcatlipoca

La realidad social, la real, la neta
es una camioneta
color negro y es bruma y es así. La realidad es una
S.U.V.
negra y polarizada, donde no se ve nada. Puras ganas
de mirar a través de sus ventanas
qué rostro tiene el mal. ganas de ver quién es
el criminal
tras los vidrios oscuros. Cuatro cristales duros
como rocas, cuatro espejos humeantes, cuatro Tezcatlipocas
protegiendo al que va en el interior. Ocultando al señor. (¿Cambiar
de parecer? Mis versos inseguros
también pudieron ser
sobre lentes oscuros.) Quieres ver hacia dentro, pero el humo lo ampara. Y no sabes quién es. Y te asomas y ves
tu propia cara. Y crees que este bailable es sobre ti, pero es de la S.U.V., autoelogio y error, y crees que en su interior
tú gozas y transitas. Malo de mentiras, escudado en el arte, te basta tu reflejo
para no preguntarte
quién va tras el espejo, para no interesarte, para desafiliarte, para hacerte pendejo.
— “Tezcatlipoca”, incluido en Dioses del México antiguo. Coreografía cívica de Óscar de Pablo y Demián Flores.

Mientras agonizo

En un cuarto extraño, para dormir, tienes que vaciarte. Y antes de vaciarte para dormir, ¿qué eres? Y cuando te vacías para dormir, no eres. Y cuando estás lleno de sueño, nunca fuiste. No sé lo que soy. No sé si soy yo o no lo soy.
— William Faulkner, Mientras agonizo, Alianza.

Calavera

Me pelas los dientes, Calavera;
te vuelves, otra vez, de azúcar.
Cosas del tiempo; como el mío,
de instantes contados es el tuyo.
Fija una raya inamovible,
me está: retirármela no puedo;
por más prisa que quieras darme,
estás impedida de acercármela.
Un entonces tengo destinado;
en la aurora o en el crepúsculo
o en el mediodía de ese entonces,
me abatirán la fiebre, el asma
o la fractura que dispongas.
Por lo pronto, me reconforta
lo que todavía me da gusto,
por mucho que lo hayas tú roído.
Calaverilla, te lo digo;
te lo estoy firmando, Dientoncilla:
antes de eso, lo que el aire a Juárez;
no podrás, la víspera, abolirme.
— Rubén Bonifaz Nuño, XIV de Calacas, 2003.

Un favor

They shoot horses, don’t they?
Horace McCoy
Entonces abre la ventana
y tírate
Los Tres
Te estás poniendo fea y Cristo no te ama,
gorda,
lo gritan las paredes del gimnasio,
musa gorda,
no bajes (se refieren
a la caminadora), no bajes
que así bajarás mejor (Cfr.
Juan de Yepes; qué
creías, también yo
cursé licenciatura).
No bajes que así bajarás mejor: están hablando
de ti
diciendo: Cristo
no te ama.
Cristo no te ama. Todavía
te invita a a pasear
a solas:
te lleva a las afueras,
te tumba en cobertizos,
la mete a tus espaldas,
murmura entre los grillos
la cantinela esa de los años 80:
“ya no te quiero, pequeña,
ahora amo a los caballos”,
engolfando la voz
con calculado aprendizaje de Misterios;
un circo de pulgas castálidas.
No te ama.
Cristo no te ama. Persigue
en las inauguraciones
a las entecas novias
de los raperos
y los diseñadores
y los cibererotómanos
y los aduladores-
niñas que tienen todo el look
pero jamás se dejarían
sacar un ojo por el goce;
pergeña números
que son Su Nombre
en las comandas de los
Vip’s con la esperanza
de que las nietas del dinero
Le manden un SMS; patea botes (oscuro
bajo la noche sola) con tal
de no llamarte, de no
saltar borracho a tu piscina
tan sucia de hojas secas:
tan égloga en asilo.
Te estás poniendo fea,
fétida, malsana, pretenciosa,
musa gorda,
y Cristo no te ama:
ahora ama a los caballos.
Escúchame: ¿acaso no
matan a los caballos?…
No luches.
No me escupas.
Te estoy haciendo un favor.
— Julián Herbert, “Cristo no te ama”, Crítica 146 (noviembre 2011-enero 2012).

sábado, marzo 16, 2013

[Falsos tesoros]

De todo lo que he dicho de mí, ¿qué queda?
guardé falsos tesoros en armarios vacíos
un inútil navío une mi infancia a mi fastidio
mis juegos a mis quimeras
la tempestad al arca de noches donde estoy solo
una isla sin animales que amo
una mujer abandonada a la mujer siempre nueva
en vena de belleza
única mujer real
aquí allá
dando sueños a los ausentes
su mano tendida hacia mí
se refleja en la mía
digo buenos días sonriendo
no se piensa en la ignorancia
y la ignorancia reina
sí yo lo esperé todo
y desesperé de todo
de la vida el amor el olvido el sueño
de la fuerza la debilidad
ya nadie me conoce
mi nombre mi sombra son lobos

[PAUL ÉLUARD]
versión de Octavio Paz
Tomado del perfil de Facebook de Julián Herbert