lunes, marzo 25, 2013

Un favor

They shoot horses, don’t they?
Horace McCoy
Entonces abre la ventana
y tírate
Los Tres
Te estás poniendo fea y Cristo no te ama,
gorda,
lo gritan las paredes del gimnasio,
musa gorda,
no bajes (se refieren
a la caminadora), no bajes
que así bajarás mejor (Cfr.
Juan de Yepes; qué
creías, también yo
cursé licenciatura).
No bajes que así bajarás mejor: están hablando
de ti
diciendo: Cristo
no te ama.
Cristo no te ama. Todavía
te invita a a pasear
a solas:
te lleva a las afueras,
te tumba en cobertizos,
la mete a tus espaldas,
murmura entre los grillos
la cantinela esa de los años 80:
“ya no te quiero, pequeña,
ahora amo a los caballos”,
engolfando la voz
con calculado aprendizaje de Misterios;
un circo de pulgas castálidas.
No te ama.
Cristo no te ama. Persigue
en las inauguraciones
a las entecas novias
de los raperos
y los diseñadores
y los cibererotómanos
y los aduladores-
niñas que tienen todo el look
pero jamás se dejarían
sacar un ojo por el goce;
pergeña números
que son Su Nombre
en las comandas de los
Vip’s con la esperanza
de que las nietas del dinero
Le manden un SMS; patea botes (oscuro
bajo la noche sola) con tal
de no llamarte, de no
saltar borracho a tu piscina
tan sucia de hojas secas:
tan égloga en asilo.
Te estás poniendo fea,
fétida, malsana, pretenciosa,
musa gorda,
y Cristo no te ama:
ahora ama a los caballos.
Escúchame: ¿acaso no
matan a los caballos?…
No luches.
No me escupas.
Te estoy haciendo un favor.
— Julián Herbert, “Cristo no te ama”, Crítica 146 (noviembre 2011-enero 2012).