miércoles, julio 02, 2014

Veintisiete

Respiré profundamente.
Pixie se quitó la gorra (cabellos rojizos, hermosos) y se rascó la cabeza. Arqueando las cejas, dijo:
De ninguna manera voy a mandar traer el carrito de la dulcería.
En ese momento, intenté el ruin chantaje de al cliente lo que pida, pero Pixie sólo se limitó a sonreír y a preguntarme cuántos años tenía. Le respondí que veinticinco. Ella sólo atinó a mover la cabeza de un lado a otro.
No es una buena edad, dijo, tanto emocional como creativamente hablando.
Guau.
Por primera vez en mucho tiempo me sentí interesado por lo que alguien más tenía que decir, y le tuve que preguntar cuál era, según ella, la mejor edad.
Los veintisiete, afirmó sin parpadear. Es la edad perfecta, los perfectos veintisiete. Realmente Jesucristo inició su vida pública a los veintisiete. Steven Spielberg tenía veintisiete años cuando filmó “Tiburón”.
De ahí saqué eso.
Las Luces comenzaron a bajar.
Ya va a empezar la función, dijo Pixie al alejarse, mejor apúrese, no le vayan a ganar su lugar.
Pero yo no fui a mi lugar, sino que corrí hacia ella, la detuve, le pedí que no me hablara de usted, le pregunté cuántos años tenía y la invité a ver la película conmigo.
Tengo que trabajar, declinó cortésmente. Y tengo veinticinco años. También.
—  Ruy Xoconostle, La vida sin Pixie (Edición Redux).