jueves, agosto 30, 2007

El pueblito de las caras cambiantes.

Busca departamento exageradamente, la familia lo presiona por conseguir algo, dicen que le caerá bien, Encuentra uno con genete muy amable, pero tienen muchos defectos, además dormiría en un sofa cama que muestra algunos resortes y rara vez tienes suerte de tener agua caliente, la biblioteca es impresionante para su pequeña vista, ve nombres de autores que hasta ese entonces sólo habia escuchado en las platicas de los adultos, esas en las que le daba miedo participar por la violenta euforia de los padres al diferir de opinión. La música parecía bueno y excitante, había un ambiente de humareda y luz difuminada a través de coloridas banderas y mantas que fungían de cortinas, el recordó que su madre y el padre de un amigo suyo tenían una fotografías que el admiraba, tenían en común a estrafalarios amigos sentados en las salas de casas distintas pero con la misma atmósfera, le gustaba la atmósfera, pero estaba consciente de que en su casa el disfrutaba de algunos lujos a los que se había malacostumbrado. A su padre no le gustaba la idea de que viviera en ese lugar, a pesar de que en algún momento el fue parte de aquellos contextos, no pagaría esa renta, pero se disponía a pagar más por asegurar que mientras su primogénito encontraba una manera de pagar su renta, él le encontraría un lugar de suficientes comodidades y ventajas, a manera de inversió claro, una muy paternal.

Analizó las casas a las que se iban sus amigos del barrio, llenas de los mismos personajes de siempre y uno que otro agregado cultural, el problema era que la comitiva que rodeaba a sus amigos en los últimos años no era de su agrado, no se daba cuenta de que era el el antisocial, el lugar estaba cerca y como sea, a sus amigos los conocía desde la infancia, pero la música de agudas notas y rosas notalidades en Lacoste le molestaban casi tanto o más que la actitud de aquellos jovenes que gastaban el dinero de sus padres como si lo hubieran ganado ellos mismo, o peor aun, como si sus padres lo hubieran ganado honestamente.Él comenzaba a darse cuenta de que terminaría lejos, si ya tenía el apoyo de sus padres no importaba tanto la culpa que pagaría por salir de la burbuja que lo había rodeado toda su vida, sería el momento en que tomaría algunos retratos y saldría caminando por las murallas mientras el resto de la comunidad lo veía retirarse con incertidumbre de aquella extraña partida. "Pero si lo tiene todo aquí, seguro se peleó con los de la casa, y ve, todavía le mandaron alimentos". En realidad sus padres lo llevaron a inspeccionar su nuevo hábitat, mas allá de las torres del norte y la cabeza gigante que delimitaba el fin de aquel escenario en que había interpretado toda su vida, sabía que después de ahi se libraba de la caricatura de si mismo que lo venía persiguiendo desde los mismos días en los que él notó que tenía una sombra, la sombra que ahi dejaba era una de muchos pequeños niños que no eran él, sino lo que la gente del feudo esperaban que fuera, después, con el tiempo, abusaría de la facilidad que era deshacerse de las máscaras que se iba poniendo, después también le daría miedo darse cuenta de que ninguna le quedaba bien, odió que le tomaran fotos por que se [ir]reconocía con caras distintas, caras que prefería no recordar, caras de lugares distintos donde había dejado su última máscara, y es que así era la única manera de quitársela, la abandonaba en un lugar, junto con sus personajes que se quedaban con la imagen de la máscara, lugares que prefería ver en mapas que en postales, así era más fácil decir "he pasado por ellos" que "estuve en ellos".

El principio para su habilidades del escapismo de la identidad fue en la provincia, el lugar al que lo conducían sus padres, más allá de las murallas había un exótico pueblito que daba lecciones morales a algunos y a otros se las destruía, una verdadera ruleta de los valores como ciudad, con los diarios cuestionamientos a los mismos,o en su debido caso, su reafirmación, en aquel pequeño burgués pueblillo fue donde aprendio a enamorar[se] y lo problemático, efímero y falaz que esto implicaba, la burguesía del lugar radicaba en su tamaño, ya que en su capacidad concentraba a potencias de todas las provincias y a otras cuantas que también habían salido del gran feudo, pero que nunca había visto por que ya estaban más allá de sus torres, "(el enamoramiento) es una pérdida de tiempo, pero una viciosa manera de ocupar el ocio" pensaría después de algunos años.

La renta era costeable, no por eso fácil de pagar, los libreros, aunque más clásicos en sus autores, estaban estilizados de una manera muy atractiva al ojo, unos buenos sillones para leer, ver televisión o simplemente pasar el tiempo, vecinas bellas y muchos expendios de alcohol y café para distraer a las neuronas llamaban la atención por su abundancia y bajos precios, el lugar perfecto para aprender que la identidad es algo que se puede olvidar, que el pasado parece peligrosamente fácil de borrar pero que es una cicatriz facial que solo se desintegra con la vida misma, el fantasma que es la marca que algunos adultos que batallaron contra el acné juvenil quieren eliminar aunque se corten más la piel en fallidas soluciones. En aquel lugar los nombres eran pasajerons, no importaban tanto pues eventualmente partirían, las personas eran fondos de pantalla en las computadoras de los indecisos, rostros movibles y facilmente remplazables, así sería el resto de su vida, salvo por algunos pocos, poquísimos rostros en los que pensaba sin importar la máscara que usara, rostros del feudo y de la infancia, otros de pueblos lejanos y de sistemas feudales distintos, pero todos amurallados, e incluso algún rostro joven con el que querría alienarse en aquel pueblito de las caras cambiantes.

El pueblito

Foto sacado del blog de ella


Saludos